Primer premio en categoría juvenil: El poder de Cosus, de Ana María Alcalde Marruedo
El poder de Cosus
-¡Chst!… Viene alguien… Deja ya de excavar.
-Mmm… Espera… esto es interesante, nos darían una buena suma por esta pieza.
⁓ 72 a.C.
Al desplomarse su caballo, Ambón cayó de bruces al suelo, su casco rodó con un lento tintineo que sintió como la llamada de la muerte. Hecho con finas láminas de bronce y refuerzos de hierro, con un ala de metal a cada lado consiguió elevar en la batalla a sus ancestros durante decenios. Ahora le tocaba a él luchar y la había fastidiado. La protección de Cosus, el dios de la guerra y al que se encomendaba su familia, ya no se cernía sobre su alma.
Según la tradición, el casco era indestructible, al igual que el hombre que lo llevara. Pero había una condición, esa persona debía pertenecer al clan familiar o el casco se transformaría en un talismán maldito portador de todo tipo de desgracias.
Ambón corrió a por su casco desesperadamente, pero ya era demasiado tarde. El legionario romano se abalanzó sobre él, cortando su cabeza en el acto, ni siquiera le dio tiempo a empuñar el hacha de guerra.
La ciudad de Aratis sería tomada en pocos días. El dios de la guerra ya no estaba del lado de la Celtiberia.
……
-¿Qué haces? ¡Deja el casco! Ya vendremos a por él. -Una gota de sudor frío recorrió su frente al ver que su compañero no se movía. -Vamos idiota, ¡qué viene la pasma! -dijo zarandeándole inútilmente.
Estaba paralizado, como si la belleza de aquel casco celtibérico por el que no parecían haber pasado los pesados y corrosivos siglos le hubiera poseído. Solo unas voces autoritarias le despertaron de ese embelesamiento, pero ya no pudieron huir. La policía arrestó a ese par de expoliadores, y aunque aún quedaba mucho trabajo por hacer, poco a poco se fue recuperando el patrimonio de un pueblo otrora valiente y temido.