EL PACTO
EL PACTO
Diciembre. Año 671 de la Era Hispánica y 5811 de la Creación
IV Concilio de Toledo
Iglesia de Santa Leocadia, Toletum
El rey Sisenando escucha desde el trono, bajo una corona votiva que pende, símbolo de la supremacía de lo Alto sobre el monarca. Sus botines son de ardilla, y el manto púrpura se sostiene con una fíbula de cabujones. Entregó ayer a los asistentes el «tomus regio››, aceptando todas las novedades litúrgicas.
Isidoro: estola, anillo y báculo, se adelanta a los demás obispos.
—Hijo y señor, se precisan unión y estabilidad en las Españas. Sin las herejías que arrasan Oriente. Sin más asesinatos de príncipes. Un rey ungido por la Iglesia que atienda los consejos protectores de su Madre.
—¿Entiendes que la monarquía hereditaria no es posible, Isidoro?
Un corro de ilustres murmura.
—Mi señor Sisenando: ya que hay que elegir, que lo haga un grupo de optimates y otro de obispos. El canon 75 lo especifica así. Y que el vínculo entre soberano e Iglesia haga de la Celtiberia un modelo en este mundo terrible.
El obispo de Zaragoza, Braulio, amigo y corresponsal de Isidoro, se alegra de escucharlo tras años de espera.
—Ni la Francia merovingia, ni la Italia longobarda o la Heptarquía de los anglos usan de un fuero que proteja a los súbditos libres. Un juicio justo, una sucesión con orden, la unidad de España. Eso buscamos, con la ayuda de Dios.
Sisenando medita en cada palabra del maestro. Acaricia su larga melena al comprender que aquel día afirma su reinado.
Isidoro, desde su silla, reza por el bien de la causa toda.
Se abre el portón, igual que en un descuido cósmico, y entra el aire helado como un asentimiento divino.